"Marx en el Soho" de Howard Zinn, en el Theatron
“Marx en el Soho” de Howard Zinn (1922 – 2010) es la última de las tres obras de teatro que escribió el historiador y activista estadounidense. Sus tres trabajos en el campo de la dramaturgia tienen que ver con sus ideales socialistas, pacifistas y democráticos. En este caso tenemos ante nosotros un monólogo formidable que critica la insensibilidad del capitalismo, así como la deshumanización del marxismo practicado por la Unión Soviética.
La premisa es simple: por un error, Karl Marx llega en
nuestras épocas al barrio de Soho, en Nueva York, en lugar del suburbio de ese mismo nombre en Londres, lugar en donde residió con su familia.
Desde el inicio Marx se dirige a la cuarta pared; relata
algo de su vida, la relación con su esposa Jenny o su hija Elanor, mujeres
inteligentes y sus más feroces críticos. Además relata con gran vivacidad su
relación con otros intelectuales de su tiempo como Engels o Bakunin.
A través de sus palabras Marx hace una rectificación de su
teoría socialista y se burla sarcásticamente de los grandes avances y la deshumanización
del capitalismo. Si bien hay ciertos temas que son tocados de forma superficial
como el de la comuna parisina (el cual es visto desde una perspectiva demasiado
idealista), a lo largo de la obra no podemos dejar de aceptar que la historia,
en buena parte, le ha dado a Marx una dulce revancha.
Alfonso Teja Cunningham, como Marx, no solamente está
caracterizado como lo haría un gran actor de método, además se vuelca con
convicción y entusiasmo sobre el texto. Me gustaron diversos detalles del
desarrollo de su personaje, como el caminar pausado; un hombre al que le pesan los años. Excelente detalle el relacionar este encuentro de Marx con el público, mientras consume una cerveza.
Por otro lado me gustó el que representara ante nosotros
algunos diálogos, como aquellos con el intransigente Bakunin. Ante nosotros se
despliega no solo un teórico sino un ser humano que ama a su familia y es
consciente de sus errores.
Estoy seguro de que con el tiempo, Teja redondeará lo que ya
es un trabajo destacado.
Como material para reflexión y para tener, al menos, un
encuentro inicial con el enigmático Marx, la obra vale la pena. Para los amantes
de teatro, es de rigor.
La dirección de Xavier Araiza no es intrusiva y posee
algunos detalles efectivos en el manejo del espacio. En ningún momento la obra
se hace larga.
Comentarios
Con estos antecedentes, las reflexiones del comentarista
generan en mí un agradecimiento muy profundo que fortalece con renovado gusto el continuar trabajando en el taller de la escena para lograr darle al personaje de Karl Marx todo el brillo y riqueza que emanan de la Historia y del espléndido texto de Howard Zinn.
Que la brevedad de estas palabras sirvan para significar la magnitud de este compromiso. Con el teatro, con el oficio, y con la amistad. Gracias Ricardo.
Aprovecho para abrirme completamente en cuanto a un tópico que raras veces comento de forma pública. No me considero un crítico. Es una etiqueta que me disgusta y que estoy tratando de eliminar. No lo saco a colación porque me hayas etiquetado de esta forma en tu mensaje (únicamente hablas de la crítica como un género periodístico) sino porque me has provocado la reflexión. Hace un año dejé de colaborar con El Norte tras 10 años de colaborar con críticas y artículos de divulgación. En su momento me molestó pues el editor de la sección de Vida nunca me hizo formal la finalización de mi colaboración. Después me dio a entender que ya no podía seguir escribiendo pues al ser director artístico de Ópera de Nuevo León yo era "servidor público". Caso curioso porque Roberto Villarreal, quien es director del Teatro de la Ciudad, lleva 32 años colaborando en El Norte. Ahora me doy cuenta que esto obedeció a razones que hasta hoy son desconocidas. Sin embargo a un año de distancia puedo decir que fue para lo mejor. A través de mi blog puedo seguir escribiendo de lo que se me antoje, sin ninguna restricción de espacio. Es muy probable que mis escritos en "La Gruta de Trofonio" sean leídos por más personas de las que en un día pude haber tenido en El Norte. No soy crítico, no me gusta que me estén diciendo qué es lo que tengo que ver. Espero que algún día se me considere un escritor y dramaturgo. Eso es lo que me apasiona. Para mi, la crítica es un ejercicio literario que surge del placer de reflexionar y hacer reflexionar pero no de destruir. He ahí el porque me refiero a estos escritos como "reflexiones" y no "criticas". Lo seguiré haciendo, mientras surja del disfrute y no del ejercicio imperativo. Gracias por tus líneas Alfonso, pero sobretodo gracias por tu talento y amistad.