El despertar sexual de la mujer: Te juro Juana que tengo ganas, de Emilio Carballido
Si hay un
autor dramático mexicano que ha producido una obra en dónde el arte, la forma
bella de decir las cosas, se codea con lo cotidiano sin perder su fuerza; es Emilio Carballido.
Una opción de disfrutar la diversidad de su mensaje es a través de su deliciosa comedia
“Te juro Juana que tengo ganas” (1965). Y qué mejor forma de disfrutar esa
comedia cuando tenemos el privilegio de tener al mejor guía, en la dirección de
Luis Martín. Y es que Martín estrenó la obra en 1967. De alguna u otra forma
tenemos la oportunidad de ver un teatro “legítimo”, de alguien que trabajó y
colaboró con el dramaturgo a lo largo de los años. Es cierto que con el paso del tiempo, lo que en sus orígenes fue una obra atrevida que realizaba un discurso acerca de la liberación sexual de la mujer, se nos aparece ahora como un vistazo costumbrista a la moral de otra época.
La edición
realizada por Martín me parece juiciosa y edita sensiblemente los elementos que
servían de espejo al espectador de los sesentas. Paradójicamente, no estoy tan
seguro que en Monterrey se haya comprendido mucho el mensaje, pues seguimos
viviendo en la ciudad de las máscaras, aunque al menos hoy ya no escandaliza.
Con una
propuesta visual ingeniosa pero discreta, Martín resuelve todo a base de
telones y de la capacidad del reparto para comunicar. Su trazo escénico ha
favorecido un punto medio entre la comedia y la farsa. Justo en los momentos en que todo parece
inclinarse a un lado, se subraya una frase, un gesto o una respuesta corpórea.
Yojanna
Góngora asume con autoridad el rol principal. Si al principio su entrada
inicial parece un punto melodramática y grandilocuente, su trabajo se asienta y
poco a poco nos gana en simpatía. Una vez que establece lo esencial de la
personalidad de Juana Feria es dónde encontramos algunos elementos de
profundidad; quizá Juana no es la tonta que su padre cree que es, y Diógenes
Feria no es tan erudito como para portar el nombre de un filósofo. La obra
también hace un comentario irónico a la instrucción académica mexicana.
Francisco De
Luna vuelve a asumir una nueva piel; cada paso, cada gesto, cada frase está
pensada, pero su trabajo más impresionante es cuando responde al trabajo de los
demás. En Diógenes encuentra a un vejete ridículo, hipócrita, pero a la vez
simpático.
Si de
caracterizaciones se trata lo que hace Lluvia Valles es una lectura de su
personaje, la criada Serafina. Aquí, el texto de Carballido nos da uno de esos
personajes terrenales y simples que en ocasiones adquieren mayores luces que
aquellos supuestamente ilustrados. Lo que ocurre entre Valles y De Luna es una
manifestación del arte en escena.
En contraste
el Estánfor Vera de Dante Vargas me convence un poco menos. Quizá porque el
personaje es más flojo; se abusa de su dislexia característica. No despliega la redondez suficiente para que
sea creíble el desenlace de la obra. A momentos incluso me parece desagradable.
Aun así hay muchas inflexiones corporales que hay que destacar de este
talentoso actor.
Me gustó el
trabajo de Fabián Valdez como Librado Esquivel. Su rigidez moral aparente. La
parsimonia de su lenguaje expresivo. Sin lugar a duda dibujó a un caballero salido
del cine mexicano de los 50’s o 60’s.
Mariana Cruz
y Dánae Marfileño completaron el reparto con calidad. La primera logra
desplegar una sensualidad escénica muy palpable. La segunda hace una Evangelina
agradable, sin grandes profundidades.
“Te juro
Juana que tengo ganas” es una obra muy superior al teatro mediocre de pastelazo
que impera en las carteleras más arrabaleras. Es una obra que puede acercar a
todo tipo de público, pues el humor a la mexicana no es discriminador, mejor
aún si Carballido encuentra puntos reflexivos que todavía son lección en
nuestros días.
La obra se
seguirá presentando en el Centro Cultural Plaza Fátima. Del 25 al 17 de agosto
2014.
Viernes y
sábados 20:30
Domingos
17:00 y 20:00
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