Shakespeare y la Ópera
Les comparto la versión completa de mi artículo publicado, con varias ediciones, por El Norte el 26 de abril de 2014.
A 450 años del nacimiento del bardo inglés es imprescindible
escribir algo, cualquier cosa sobre esta figura que ha tenido una influencia
poderosa en el arte y la cultura occidental.
Para los amantes del teatro y la ópera William Shakespeare
(1564 – 1616) es inevitable. Alrededor
de 200 óperas han sido basadas total o parcialmente en sus obras. Ciertamente
su legado e influencia sigue siendo tan poderosa que a veces estamos tentados a
aceptar la aseveración de Harold Bloom, quien lo describe como “dramaturgo
supremo de todos los tiempos y, sin duda, el escritor más eminente de todas las
lenguas occidentales”. Si por un lado la anglofilia de Bloom es
desvergonzadamente supremacista, por otro lado ha sido atinado en reconocer la
universalidad del bardo.
Cuando exploramos las
óperas escritas sobre obras de Shakespeare encontramos una desigualdad obvia en
los trabajos. En primer lugar es indispensable considerar la construcción
heterogénea del género; música, canto, drama, escenografía, espectáculo,
danza. Ya el escritor musical Winton
Dean apuntaba que para que una ópera basada en un clásico literario fuera una
obra maestra las probabilidades eran bajas; “La ópera debe de elevarse a la altura
de la obra, musical y dramáticamente”.
En mi opinión se está desestimando un aspecto fundamental;
la dramaturgia operística obedece a otras reglas que a las del teatro puro. Ningún
compositor compuso con la intención de superar o competir con Shakespeare, más
bien era la oportunidad de utilizar una obra dramática de indiscutible calidad
y que pudiera ser efectiva en el teatro musical.
Demos un vistazo a algunas de las óperas más relevantes que
han sido basadas en obras de Shakespeare.
COMEDIAS
Curiosamente algunas
de sus obras maestras como “La Tempestad”, “La fierecilla domada” o “El
mercader de Venecia” no han resultado en óperas de repertorio. “El sueño de una
noche de verano” ha inspirado a Benjamin
Britten (1960) una joya plena de humor y orquestación brillante. “Mucho ruido y
pocas nueces” inspiró a Hector Berlioz una ópera deliciosa (1862) y ligera con
algunas de sus ideas melódicas más encantadoras, desafortunadamente cortó
algunos personajes como Dogberry. Ralph Vaughan Williams ha dejado un “Sir John in love” (1929) basado en “Las
alegres comadres de Windsor”, se trata de una ópera injustamente minimizada por
comentaristas ingleses, plena del pastoralismo de este compositor y ciertos
elementos arcaicos. Pero detengámonos un
poco más a fondo en dos magníficas óperas basadas en “Las alegres comadres de
Windsor”;
-
Otto Nicolai: “Las alegres comadres de Windsor”
(1849): considerada una de las mejores óperas cómicas alemanas, el libreto de
Hermann Mosenthal se adhiere bien a la trama de Shakespeare y mantiene su
comicidad y ligereza. Nicolai ha compuesto una música de notable vivacidad y
colorido orquestal el cual se despliega magistralmente en el último acto en la
escena del Bosque de Windsor, con cornos atmosféricos y una música ligera de
sabor mendelssohniano para las hadas. Si bien Nicolai posee cierta robustez
germánica su línea vocal es belcantista como lo demuestran las magníficas arias
de Fenton y Anna así como los ensambles que concluyen los tres actos.
-
Giuseppe Verdi “Falstaff” (1890 - 1893): no es
desatinado decir que Verdi ha superado aquí a Shakespeare. Lo burlesco y
prosaico de “Las alegres comadres” ha sido reemplazado por una comedia humana
que en el libreto de Arrigo Boito adquiere algunos sobretonos de amargura y
profundidad. A diferencia de en Nicolai, la ópera de Verdi elimina el episodio
en el cual Falstaff es vestido de mujer pero añade ocho pasajes del drama de
Shakespeare “Enrique IV” con lo que el personaje de Falstaff gana en
profundidad. La ópera es una gran experiencia teatral en donde la música fluye
de principio a fin y en donde los solos comienzan y terminan en una continuidad
propia (y no Wagneriana como algunos han dicho incorrectamente). La música
posee además diversos momentos de ensamble, algunos a un ritmo vertiginoso. Con
Falstaff y Ford (roles para barítono) Verdi ha creado sus últimos grandes
personajes.
DRAMA
Los dramas de Shakespeare han inspirado diversas óperas, al
menos desde el siglo XVIII hasta el XX. Rossini compuso su “Otello” en 1816, a pesar
de que por primera vez en la historia de la ópera italiana una obra es
orquestada de principio a fin, la trama, con libreto de Francesco Berio di
Salsa, no hace mucha justicia a la tragedia original pues los enredos amorosos
envuelvan a varios personajes. Aun así el tercer acto, fiel a Shakespeare,
posee una fuerza que jamás se había alcanzado hasta ese momento. “El
rey Lear” ha inspirado a Aribert Reimann una de las óperas más poderosas y
violentas del siglo XX; “Lear” (1978) de igual forma “Antonio y Cleopatra”
sirvieron a Samuel Barber para su fallida ópera; de un lenguaje romántico-
tardío exuberante (1966). Quiero que nos aproximemos a cuatro óperas basadas en
las cuatro principales tragedias Shakesperianas; “Macbeth”, “Romeo y Julieta”,
“Hamlet” y “Otello”.
-
Giuseppe Verdi “Macbeth” (1847/1865): la primera
de las óperas de Verdi basadas en tragedia del bardo inglés, “Macbeth” es una
ópera fascinante a la vez que desigual; el libreto de Franceso Maria Piave está
muy cercano al melodrama operístico italiano del romanticismo pero mantiene
algunas líneas muy cercanas a Shakespeare. Al lado de momentos excepcionales
como el asesinato del Rey Duncan, la escena del sonambulismo o el aria final de
Macbeth tenemos otros no muy efectivos como los coros de brujas (Que parecen
matronas felices en un mercado).
-
Charles Gounod “Romeo y Julieta” (1867): El
texto de Jules Barbier y Michel Carré ha sido criticado por comentaristas
ingleses ultrajados pero en realidad es sólido y logra aliar el melodrama
operístico con la trama de Shakespeare. Se podría considerar que la ópera de
Gounod es un gran dueto de amor separado por recitativos. La obra está centrada
en los amantes de Verona y su música posee esa sensualidad armónica propia del
compositor francés además de una orquestación de gran cuidado. Ante nosotros el
amor de Romeo y Julieta crece, desde la ingenuidad hasta la muerte exaltada. El
acto de los duelos jamás fue igualado por Gounod en cuanto a la fuerza y poder
de su escritura.
-
Ambroise Thomas “Hamlet” (1868): La ópera más
efectiva basada en ese drama cumbre de Shakespeare. El texto de los mismos
libretistas de “Romeo y Julieta” de Gounod ha sido criticado porque en una
primera instancia poseía un final en el que Hamlet sobrevivía después de matar
a Claudio. Posteriormente Thomas escribió un final trágico. La obra ha tenido
un éxito y regreso reciente al repertorio de diversas casas de ópera por la
estupenda partitura para
Hamlet(barítono) y Ofelia (soprano). La
trama de Shakespeare es respetada aunque se eliminan personajes (Fortinbras,
Rosencrantz y Guildenstern) por lo que
su complejidad se disuelve (de forma más apta para la ópera). Por otro lado la
escena del fantasma en las fortificaciones, la escena de los comediantes, el
monólogo “ser o no ser” han sido plasmados en música con gran eficacia por
parte de Thomas; orquestación de gran riqueza y una línea vocal de gran
libertad.
-
Giuseppe Verdi: “Otello” (1887): Con esta ópera Verdi finalmente logró
alcanzar en trabajo y calidad dramática al nativo de Stratford upon avon. El
texto de Arrigo Boito es magistral por la forma en que economiza la tragedia de
Shakespeare y la adapta al contexto operístico; omite el acto veneciano. La
obra posee una orquestación de gran oscuridad y peso dramático además de un
refinamiento que había alcanzado Verdi en su última etapa de madurez; los solos
y duetos surgen de las cualidades del texto, el trabajo de motivos temáticos es
económico pero magistral. Los tres personajes principales están muy bien
delineados en música.
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