Recital de Horacio Franco en Santa María del Obraje a beneficio de "Jóvenes Adelante"
En ocasiones las acciones humanas de grandes músicos
contribuyen a redondear la imagen que tenemos de ellos. No en vano, en
ocasiones, es difícil separar la
personalidad de la obra o la ejecución
del artista.
El pasado 9 de febrero tuvimos la gran oportunidad de
escuchar al brillante flautista mexicano Horacio Franco en el Teatro Troje del
Centro Cultural Santa María del Obraje de San Miguel de Allende, Guanajuato.
Dicho concierto fue producto del gesto de generosidad de Horacio Franco para
con la Asociación “Jóvenes Adelante”, organización orientada a proporcionar a
estudiantes con recursos insuficientes de una plataforma para la educación
superior y el desarrollo de habilidades. El aforo contó con alrededor de 280 personas que disfrutaron de una tarde mágica por la atenuada luz de la tarde que pasaba a través de las ventanas de la antigua troje, hoy teatro, con más de 150 años de existencia.
Franco desplegó esa versatilidad que solo los artistas
conocedores de todos los recursos de sus instrumentos son capaces. Tocando
música con diversas flautas de pico, Franco conjuró un viaje desde el barroco
hasta el siglo XX.
Disfrutamos primero de una interpretación concentrada y
grave de la allemande y courante de la Partita BWV 1013 de J.S.
Bach. Encantamiento de Daniel Catán mostró el lado experimental de la música de flauta. Franco nos sorprendió al tocar dos flautas simultáneamente.
La selección de danzas indígenas nos dio una muestra de ese
gran legado cultural que tenemos los mexicanos por nuestras raíces
prehispánicas. Franco utilizó crótalos prehispánicos para acompañar
rítmicamente los temas exóticos.
Dos de los grandes momentos de la tarde fueron la
interpretación de las variaciones de Jan van Eyck y las de Marin Marais. Aquí
escuchamos una ejecución perfecta, rítmicamente impecable, con una capacidad de
respiración excepcional. Los colores y la intención que escuchamos en cada una
de las variaciones denotaron la maestría del flautista capitalino.
Ïcaro de Ana Lara
reveló una partitura de gran belleza tímbrica, recursos y ciertos elementos
pictóricos, en la medida que esto es posible en la música.
Terminó el recital con el preludio BWV 1006 de J.S. Bach.
El concierto fue amplificado con gusto y esto permitió
escuchar más a fondo las dinámicas bajas de la música.
Muy acertado el testimonio que Stephanie Hough hizo sobre su
labor al frente de “Jóvenes Adelante”, conformado principalmente por
extranjeros que apoyan la educación en México. Una lección de generosidad y
entrega; algo que igualmente podríamos aplicar al arte de Horacio Franco.
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