Una introducción a la Clemenza di Tito de Mozart; en vivo desde el MET
La puesta en escena del Met de “La Clemenza di Tito” de
Wolfgang Amadeus Mozart, nos muestra que a pesar de sus flaquezas, esta ópera
que en ocasiones ha sido considerada como el patito feo del canon maduro mozartiano
en realidad es una obra que si bien se ajusta a la estructura de la ya, para la
época, muy socorrida ópera seria, tiene una gran efectividad en el manejo de
algunos de sus personajes y por supuesto en la excepcional música que compuso
Mozart.
Algunos de los elementos que podrían ser considerados como
cuestionables o arriesgados, como el concluir el primer acto en un diminuendo
en lugar del esperado final dramático, se nos presentan hoy como decisiones
dramáticas de una mente genial que buscaba nuevas formas de expresión y que
ante todo quería decir algo nuevo sobre un género que ya comenzaba a aparecer
caduco.
Hay que recordar que “La Clemenza di Tito” es la última
ópera compuesta por Mozart y forma con su hermana “La Flauta Mágica” la
dimensión humana de un vistazo a la magnanimidad, pues como bien ha apuntado
Florence Badol-Bertrand en su ensayo “La Clemenza di Tito: A porcheria Tedesca?”
que acompaña el registro discográfico de Rene Jacobs (Harmonia Mundi 2006), hay
indiscutibles hilos conductores como el hecho que ambas oberturas comienzan con
tres acordes relacionados con la masonería e incluso comparten mismos temas
como el aria de Sarastro “In diesen heil’gen hallen” y el aria de Tito “Dal piu
sublime soglio”.
“La Clemenza di Tito” tampoco está alejada de la trilogía Da
Ponte (Nozze di Figaro, Don Giovanni y Cosi fan tutte) ya que podemos escuchar
diversos géneros que conforman la estructura de la obra; por un lado el
elemento singspiel (trasladado a la ópera seria) con números y arias cortas,
por otro lado el elemento buffo italiano en la construcción de los ensambles y
finalmente el elemento serio en las grandes arias de los personajes principales;
“Deh se piacer mi vuoi”, “Parto, ma tu ben mio”, “Deh per questo instante”, “Se
all’impero amici dei” y “Non piu di fiori”. A estos tres elementos estilísticos
que Mozart logra unir temáticamente y estructuralmente podemos añadir los
grandes coros cercanos a su música religiosa y masónica; otro elemento más que
nutre tanto a “La Clemenza di Tito” y “La Flauta Mágica”.
Es interesante ver cómo la música de los personajes más
humanos; Vitellia y Sesto, son un espejo; nuevamente dos facetas humanas; la
pasión voluble y la templanza. La primera de las arias de Vitellia, “Deh se
piacer mi vuoi”, es elaborada pero no posee un solo instrumental especial;
Sesto, en contraste, se lleva la extraordinaria aria “Parto ma tu ben mio” con
solo de clarinete (Interpretado originalmente por el gran Anton Stadler). En el
segundo acto Sesto tiene una gran aria sin un solo instrumental relevante, “Deh
per questo instante” y Vitellia su gran aria con solo de corno di basseto, “Non
piu di fiori”.
¿Qué sucede con el papel de Tito? Se trata de un rol que
está ahí con los trabajos mozartianos más destacados para esta tesitura;
Tamino, Idomeneo, Belmonte, Ottavio o Ferrando. Tito, en buenas manos, es más
que un emperador ingenuo. Hay algo digno y noble en su música. Es un personaje
que parece ocupar los mundos del singspiel y la ópera seria de forma natural.
Sus dos primeras arias son cortas y nos recuerdan las arias de este tipo de “La
Flauta Mágica” pero su aria final es un tour
de force que requieren un fraseo cuidadoso, gran agilidad y coloratura.
Idealmente el papel debe de ser para un tenor lírico pero debido a las
decoraciones de su música es usual que lo canten tenores ligeros, si bien perdiendo
un poco en presencia.
LA CLEMENZA DI TITO DESDE EL MET DE NUEVA YORK
Si bien considero fútil que algunas publicaciones traten de
criticar las transmisiones en vivo desde el Met como si se estuviera en el
mismo teatro de ópera, creo que como una experiencia considerada en su justa
dimensión (una transmisión en vivo por pantalla gigante, que no permite escuchar ni la acústica real ni
fidedignamente el tamaño de las voces ni apreciar teatralmente la dramaturgia
de la obra) es posible hacer algún apunte.
Lo que pude rescatar el sábado en el Auditorio Luis Elizondo
es que no hay actualmente mejor producción que la de Ponnelle por la grandeza
oscura de su escenario y la economía escénica. La obra fue presentada de la
forma más convincente, si después de escucharla con ese reparto no se considera
una obra maestra del género serio, entonces no habría mejor forma de persuadir
al melómano. El reparto de gran igualdad mostró a una excepcional Elina
Garanca, de voz bella y lírica, pareja en todos sus registros. Barbara Frittoli
fue una dramática e histriónicamente excepcional Vitellia. Giuseppe Filianoti
mostró una voz lírica de sonoro registro agudo aunque fue un poco cuidadoso con
la coloratura de su gran aria. Pero quien fue una revelación fue Kate Lindsey,
mezzosoprano que tendremos que seguir y estar atentos; bellísima presencia (aún
y en su andrógino personaje) y una voz de gran expresividad. La dirección de Harry
Bickett fue curiosamente tradicional. Digo curiosamente ya que el director
inglés es actualmente el líder de The English Concert, ensamble de instrumentos
antiguos. Aparentemente no quiso interferir con el sonido de la Orquesta del
Met. Sin carecer grandiosidad, mostró el instrumento impecable que hoy en día
es esa orquesta. A algunos tiempos tradicionales logró aliar un pulso más
compacto y enérgico.
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