Ingenioso punto medio entre lo prosaico y lo refinado; "Casanova y mi primera vez" de Hernán Galindo
A veces es difícil crear obras dramáticas efectivas que
abarquen distintos géneros teatrales. Con “Casanova y mi primera vez”, Hernán
Galindo ha logrado aliar efectivamente la farsa cómica y la obra didáctica.
“Casanova y mi primera vez” se nos presenta como una yuxtaposición
entre el más refinado siglo de las luces y la prosaica edad moderna. Para ello
ha centrado su obra en la figura de Giacomo Casanova, el célebre diplomático y
aventurero veneciano del siglo XVIII, el cual se nos aparece como un personaje
imaginario del joven encarnado por Erick Hinojosa. Este último busca perder su
virginidad y para ello ha leído la biografía de Casanova en busca de
orientación. La obra tiene un amplio contenido sexual manejado en doble sentido y en farsa. Las escenas sexuales son cómicas aunque los preámbulos están cargados de un gran erotismo, sobretodo aquellos en los que aparecen los personajes femeninos encarnados por Vanessa Soto, quien logra creaciones de gran intensidad y sensualidad.
El trabajo de Diana Bovio está más cercano a la farsa pero sus personajes poseen una ingenuidad que subraya sutilmente el aspecto sensual.
Es indiscutible la gran presencia de Fernando Allende como Casanova. Su personaje es el más real de todos; sostenido por diversos matices evidentemente históricos. Además de esa formidable presencia encontramos una sutileza y elegancia dieciochesca que contrasta abruptamente con el joven (En efecto el otro protagonista) encarnado por Erick Hinojosa. Este último construye un personaje que proviene completamente del mundo de la farsa, burdo, torpe. Encantador y repelente a la vez.
¿Pero dónde comienza la historia y dónde comienza la farsa? La obra de Galindo combina la lectura en atril con la escenificación. Este elemento logra su cometido gracias al aplomo de Allende. A pesar de su transformación cómica en perro y en niño gay me parece que hubiera sido más efectivo avocar su participación exclusivamente al mujeriego dieciochesco y otorgar esos personajes a otro actor.
Evidentemente todos esos embrollos y encarnaciones parten de la mente del joven protagonista pero para un mayor seguimiento dramático me parece que se habría podido resolver de otra forma.
Mónica Lozano también mostró su gran experiencia como actriz de comedia en sus personajes femeninos decadentes. Paradójicamente logró un personaje divertido y real en su encarnación de la “madame” venida a menos.
Para una obra a medio camino entre el teatro serio y el
popular “Casanova y mi primera vez” logra su cometido; incomoda, divierte y
ofrece también algunas dosis de humor más sutil. Creo, sin embargo que hace
varias concesiones al humor burdo de los antros de comedia mexicanos; nos
encontramos las típicas groserías que a momentos son excesivas y predecibles,
aunque siempre serán efectivas con el público acostumbrado al teatro que se
hace en estas épocas. Como siempre con Hernán Galindo, el trabajo escénico es
de gran vitalidad y no hay momentos en
los que se cae el pulso.
“Casanova y mi primera vez” eleva el género teatral popular
y lo convierte en un objeto artístico, si bien reteniendo lo pedestre, con
reflejos elegantes. Como una obra picaresca con el mero objetivo de divertir
vale la pena verse. Divertirá, arrancará carcajadas y provocará incomodidad en
los más conservadores, elementos que son válidos también el teatro que parte de
una mente brillante.
La obra se estuvo presentando en el Teatro Convex.
Próximamente retornará a la cartelera, así que presta atención y no te la
pierdas.
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