Galería de Óperas: Marouf de Henri Rabaud
Si bien el nombre de Henri Rabaud
es desconocido para varios melómanos, quienes tienen un interés por la música
francesa seguramente se han encontrado alguna obra orquestal de este
compositor, como la “Procesión Nocturna”, poema sinfónico en el cual demuestra
su lirismo y calidad de orquestador. De
familia de músicos, pupilo de Massenet, Rabaud fue director del Conservatorio
de Paris, sustituyendo a Faure, de 1920 a 1941.
En la época de los LP no era raro
encontrar las danzas de la ópera “Marouf”, es de esta forma que conocí la
música de este compositor. Había algo seductor en su armonía, melodía pseudo-oriental
y brillante orquestación.
Compuesta en 1914, “Marouf” es
uno de los últimos reductos de esa corriente de la música francesa que buscó
inspiración en el oriente. Entre los grandes trabajos de esta estética podemos
recordar “La Africana” de Meyerbeer, “Pescadores de Perlas” de Bizet, “Lakme”
de Delibes o incluso “Samson et Dalila” de Saint-Saëns.
El texto de Rabaud es obra de
Lucién Nepoty y toma un cuento de las “Mil y una Noches”, es un estupendo
libreto en prosa ritmada, ágil y divertido. En verdad no hay un momento
aburrido, los personajes principales poseen un encanto especial.
La música de Rabaud ha logrado
captar las sutilezas orientales consiguiendo una partitura de primera línea
punteada por sonoridades del arpa, el uso ingenioso del xilófono, la fuerza
melódica de la orquestación del romanticismo tardío.
El propio Rabaud confesó haberse
inspirado en el orientalismo francés de los siglos XVIII y XIX más que en los
rusos y su orientalismo más atrevido y salvaje.
Florent Schmitt fue uno de los
admiradores de la obra; “La música corre, ligera y vivaz, sus arabescas
chisporrotean en el movimiento precipitado de la trama, contrastando con muchas
otras partituras pesadas”.
Rabaud cultivó una serie de
motivos musicales relacionados con personajes o ideas del texto; De esta forma
la música del zapatero es intoxicante, plena de arabescos, requiere un tenor o
barítono de gran flexibilidad y con cierta extensión en el registro alto. Posee
tres arias o monólogos bien contrastantes; el primero es melancólico con una
línea de canto intoxicante y decorada, el segundo es una descripción de su
caravana con un movimiento andante de canto más descriptivo y lineal, posee una
bella línea vocal y requiere mayor fuerza en la declamación, el tercero es una
especie de reverie que incluye
escalas descendientes de tonos completos.
La música de la calamitosa, grazna y se mueve
disonantemente, el motivo de la caravana de Marouf es efectivo y evoca el
caminar lento de camellos por el desierto.
De igual forma la música de
Saamcheddine, la princesa, es sensual y animada. El motivo, severo e imponente,
del Sultán provoca respeto.
Es notorio también en Rabaud lo
efectivo de las partes corales, concluyendo en un final apoteósico a la gloria
de Alá, en donde el contrapunto magistral de Rabaud queda en evidencia.
REGISTROS DE LA OBRA
A pesar
de que tras su estreno, el 15 de mayo de 1914 en la Opera Comique de Paris,
Marouf ingresó al repertorio internacional, presentándose regularmente en
Francia así como otras ciudades como Nueva York, Buenos Aires, etc, una vez que
surgió la época de oro del disco, la ópera fue perdiendo terreno. Se han grabado varias veces las danzas de la
ópera, en versiones de Jean Fournet, Pierre Dervaux, Leif Segerstam, entre
otros, la ópera únicamente ha sido grabada una vez en estudio en 1976. Hay al
menos dos grabaciones en vivo, una de 1964 de la Radio Francesa que se puede adquiri comercialmente y otra de 1966
de una presentación en vivo en el Teatro Colón de Buenos Aires que se puede adquirir únicamente en lugares especializados.
·
MUSIDISC: Versión completa de la obra con un
corte importante en las danzas, el final de estas se prolonga con la siguiente
escena del tercer acto. Versión en buen sonido estéreo. Como en cualquier
grabación de ópera, nunca se tiene un reparto ideal; Michel Lecocq hace un
Marouf solvente, de voz agradable, ligeramente nasal aunque a veces se torna
tensa en el registro agudo cuando su música es más demandante, Anne-Marie
Blanzat es una princesa Saamcheddine de voz atractiva, alerta al texto, la
mejor en disco. Franz Petri como el Sultán posee una voz de bajo individual,
tablas dramáticas aunque un registro agudo inestable. Fracois Loup hace un
estupendo Vizir de voz oscura y firme e impecable con el texto. Del resto
sobresalen Etienne Arnaud como Ali con una buena voz de barítono y Danny
Barraud es una divertida Calamiteuse. La dirección de Jesús Etcheverry tiene un
pulso fluido ideal y sensible al acompañar las voces y la orquesta de la Ópera de Nantes es un
ensamble cumplidor aunque extrañamos algo más de amplitud en el sonido y en la
firmeza de la sección de metales. El coro solvente.
·
GALA: Versión completa con algunos cortes,
incluyendo la primera intervención de la Calamiteuse que corta el primer solo
de Marouf, quizá es porque Henry Legay lo canta con un legato tan bello y natural que el director Pierre-Michel LeConte
decide darle el solo sin interrupciones a expensas de la entrada dramática de
la Calamiteuse. También hay otro corte en el segundo acto en la presentación de
Marouf a los mercaderes. Por otro lado las danzas de la ópera están completas
incluyendo el final que Rabaud compuso para su presentación en salas de
concierto; Henry Legay es el Marouf ideal, voz lírico-ligera de gran
musicalidad y cuidado textual. Haciende sin problemas a los agudos y caracteriza
encantadoramente al personaje. Lina Dachary es una solvente Saamcheddine aunque
cuando canta fuerte su voz suena ligeramente estridente, su caracterización es
notable. André Vessieres hace un Sultán firme, no tan característico como Petri
en la otra grabación pero vocalmente más imponente. Paul Mahé es un Vizir
redondo aunque Loup es ligeramente mejor. Del resto Stanislaus Staskiewicz hace
un Ali atractivo aunque tiene menos música que cantar que su antecesor. Janine
Capderou suena adecuadamente bombástica como la Calamiteuse. La dirección de
Pierre-Michel LeConte es más dramática que la de Etcheverry y tiene una mejor
orquesta aunque su lectura es menos detallada que la de Etcheverry. El coro
fatal. Grabación en vivo, radio,
monoaural pero aceptable.
·
De la versión del Teatro Colón hay que destacar
la batuta viva y lírica de Jean Fournet y la creación que hace Robert Massard
de Marouf, firme de voz, generoso, timbre atractivo y bruñido. Su caracterización es la de un Marouf de
mayor carácter que Legay pero idealmente nos quedamos todavía con el segundo.
Si hubiera una versión ideal tendríamos a Legay o Massard
como Marouf, a la Saamchedine, Vizir, Calamiteuse y Ali de la versión
Etcheverry, al Sultán y la orquesta de la versión LeConte, el sonido y la
batuta de la Etcheverry.
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