Silvino Jaramillo; algunas reminisencias


Pocos seres humanos tienen la capacidad de instruir afectuosamente con tan solo una conversación como la tuvo Silvino Jaramillo. El maestro, músico, y periodista es una de esas figuras que serán extrañadas en un Estado que, peculiarmente, comienza a adolecer de grandes personajes en varios niveles.

Silvino Jaramillo poseía una integridad que ya quisieran hoy tener algunos líderes de nuestra sociedad neolonesa. Conocimiento y calidez humana es lo que se desprendía cuando se tenía la oportunidad de conversar con el maestro.

Conocí a Silvino Jaramillo tras un concierto de la OSUANL en donde se estrenó una obra de su entrañable amigo José Hernández Gama. Recuerdo que un amigo, nieto de Hernández Gama y sobrino de Jaramillo, me llevó a saludar a las dos figuras venerables. Curiosamente lo primero que se me ocurrió decirle a Jaramillo fue una corrección a sus notas al programa de ese día (el cual poseo hasta el día de hoy). Con respecto a Richard Strauss había escrito que únicamente había compuesto, además del concierto para oboe,  que se tocó esa noche, un concierto para violín de juventud. Yo le dije que además de los anteriores había dos conciertos para corno. El maestro sorprendido me dijo “Me faltó añadir ese concierto para corno, pero es sólo uno”. La fama y la convicción del maestro eran contundentes así que decidí ya no decir mas y sólo fue cuando regresé a mi casa y consulté mis libros que me di cuenta que yo tenía razón.  Hasta los grandes personajes se equivocan.

Esta queda como una anécdota curiosa pues durante el tiempo que fui Coordinador en Jefe de Opus 102 mis encuentros con el maestro fueron mucho más frecuentes y se estableció una cálida relación. Cuando lo veía en los teatros nos saludábamos con entusiasmo y siempre había alguna conversación de cierta substancia.

Recuerdo en una ocasión que Felix Carrasco y sus patronos presentaron, como era usual,  la temporada de la OSUANL (2004) en el Hotel Monterrey Howard Johnson. Ahí estaba Silvino Jaramillo quien, por cierto, fue un gran amigo del ex-director de la OSUANL. En esa ocasión tuve la oportunidad de conversar abiertamente con él. Recuerdo que me preguntó por mi trabajo y mis estudios y yo le respondí que curiosamente había estudiado psicología pero que principalmente había trabajado en la cultura y me apasionaba la música, escribir y las artes en general. El me dijo que no veía nada extraño en esa dualidad ya que “La psicología estudia los fenómenos del pensamiento y del corazón” (este último desde un punto de vista metafísico-psicológico) y “lo esencial de la  música es que apela al intelecto pero de ahí  se traslada y  hace su mayor impacto en el corazón”. Conversamos sobre su propia dualidad músico-periodista y de cómo estudió la carrera periodística. El dueño de “El Porvenir” lo empujó a escribir y dar sus opiniones y una cosa le llevó a otra.

Un año después pensé que era indispensable registrar al maestro en su propia voz así que le pedí me permitiera realizarle una entrevista para radio, la cual tengo yo también en una copia que conservo. Me recibió en su casa de Loma Larga y me obsequió algunas grabaciones y partituras recién publicadas de obras suyas. Dicha entrevista la transcribiré en este sitio, próximamente.
Ese Silvino Jaramillo pleno de espíritu es distinto al Silvino Jaramillo que con un dejo amargo escribía en una de sus últimos artículos para  “El Porvenir” sobre la salida de Carrasco de la OSUANL. La realidad es que ningún director es omnipotente ni permanente (Ver Muti, Karajan, Dutoit, Maazel, etc.) pero como un ejercicio de lealtad a un amigo es respetable.

Finalmente hay una anécdota que recuerdo de Silvino Jaramillo y es una reminiscencia que atesoro y que en gran medida ilustra la grandeza del personaje; Una vez en el teatro de la ciudad conversamos y le pregunté cómo se encontraba (en sus últimos años tenía problemas para caminar). Me contestó afable y sonriente como era usual; “Hoy desperté, abrí los ojos y me fijé en el techo, me di cuenta que estaba en mi cuarto, en mi casa y me dije a mi mismo estoy vivo, ya fregué”. Ese es el Silvino Jaramillo que todos extrañaremos; familiares, amigos cercanos, alumnos y amigos ocasionales como yo. 

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