¡Bravo Doctor! Rosendo Flores triunfa en el "Elixir de Amor" de Donizetti, San Pedro ArteFest
El Elixir de Amor de Gaetano Donizetti se ha convertido en la ópera más socorrida de la ciudad, tan solo en los últimos diez años, si mal no recuerdo, se pueden contar 4 puestas en escena incluyendo la presente. Puede ser en parte la falta de creatividad de los productores, pero también es una ópera que posee una frescura perene, cuando está bien interpretada .
Desafortunadamente, el estreno del Elixir de Amor en el Auditorio San Pedro el 4 de mayo, dentro del marco del San Pedro ArteFest fue una experiencia ambigua. En primer lugar la Orquesta ArteFest, organizada con algunos músicos destacados de la ciudad, sonó deslustrada, con volumen pequeño. Esto a pesar de algún buen solo como el fagot de John Veloz en la celebrada aria “Una furtiva Lagrima”.
No ayudó la desigual batuta de Teresa Rodríguez; a momentos carente de energía. Rara vez se escuchó el ímpetu rítmico de Donizetti o la calidez de sus melodías. No ayudó en nada, a tan inapetente lectura, la decisión de utilizar una edición que suprimió, entre otras cosas, una banda, un corno, una trompeta y tres trombones. El adelgazamiento de la orquesta resultó en una falta de presencia. La tradicional inclusión de platillos (los cuales son muy efectivos en el preludio, los finales o la escena de la boda) también fue ignorada. Pero eso no fue todo, los absurdos cortes en las strettas de algunos ensambles o duetos desfiguraron el flujo natural de la obra. ¿Por qué cortarle una estrofa a Dulcamara en su canción final cuando es precisamente la figura del reparto? Tal cantidad de recortes (debilitando el drama como el caso del corte a la revelación de la muerte del tío de Nemorino al final) me hicieron regresar a los registros de los 50’s y 60’s cuando el belcanto se veía como un estilo decorativo en el cual mientras menos música mejor.
La puesta en escena de Hernán Galindo me pareció kitch, con una bella iluminación y efectivos vestuarios para el coro y solistas. Quizá un poco rimbombante el vestuario de Dulcamara, con sus tonos lilas-rosados. Le escenografía corpórea dejó un poco qué desear; el árbol que parecía de navidad no cuajó como tampoco cuajaron las acartonadas ruinas. Para ver lo que se puede hacer con una producción de siglo XX de los 50’s se puede ver el trabajo de la English Touring Opera.
Se le debe aplaudir a Galindo la decisión de actualizar el Elixir, no tanto la conversión de Nemorino en casi un idiota, torpe y carente de gracia. Como personaje Nemorino no conquistó y eso es en principio un gran problema. Recordemos a Manuel Acosta, sobrio en escena, pero subrayando su ingenua ternura.
Es un gran placer escuchar a Rosendo Flores cuando está en buen momento. Si el año pasado no nos convenció a algunos en Ferrando, Dulcamara le queda al dedillo. Su magnífica voz, más cercana a la de un bajo-barítono que bajo cantante, se escuchó sonora, casi impecable en el parloteo, redonda en el registro medio y subrayando un personaje truhán y divertido. Un momento destacado fue el rapport que logró en el dueto con Adina así como el cuidado rítmico y melódico de la línea vocal de su aria en el primer acto.
Oscar Martínez encarnó un Belcore galante, papel que le queda al dedillo. Mostró un instrumento seguro y firme con algunas fiorituras bien logradas en su aria. Escénicamente es garantía. Es precisamente por su seguridad que nos lo encontramos frecuentemente en las propuestas operísticas de la ciudad pero se ha ganado a pulso y con trabajo este derecho.
La actuación no es el fuerte de José Luis Duval, quien comienza a verse ya bastante maduro para Nemorino. Pero en cambio posee esa voz lírica, bella, con agudos generalmente bien timbrados como en la “Furtiva lagrima” aunque en algún momento se puede apreciar alguna rigidez, dio la impresión de comenzar un poco frío pero en el segundo acto su canto poseyó esa italianita favorecida por su fino fraseo y algunos pianos bien logrados.
Eugenia Garza no es Adina. Si bien el papel, dramáticamente, le queda al dedillo, vocalmente ¿Quien quiere ver a una Aida en piel de Adina? El papel es para una lírico ligero, en la historia de la ópera recuerdo únicamente a Joan Sutheland cantando Leonora (Trovatore) y Adina, pero Garza no es Sutherland. Si bien acometió con cierto garbo la fioritura de su aria final había un cierto sentido de sobre elaboración. Cuando la música se encontraba en el registro medio podíamos escuchar algunas sonoridades bellas pero en general sonó estridente en las dinámicas fuertes incluyendo unos agudos poco tersos, especialmente uno cacofónico en el final del primer acto.
Muy acertada estuvo Alejandra Gómez en la Gianetta, a veces hubiéramos querido a ella en la Adina. Mostró un instrumento seguro, dúctil y con agudos bien timbrados en su modesto papel.
Si en general debemos de aplaudir el arrojo de producir ópera en nuestra ciudad, todavía nos quedaremos esperando un Elixir redondo pues este último prometía más en su equipo total y francamente no hace olvidar a otras interpretaciones de la siempre fresca obra encantadora de Donizetti.
Comentarios
Concuerdo en que la orquesta no fue lo mejore de la noche, una mala afinación y los tempi eran más que lentos, sin vida ni garra, todo el elenco estuvo fuera de personaje, salvo Belcore y Gianetta.
Adina tiene una voz hermosa, demasiado sonora por momentos pero sin duda fue la mejor de todos, es una gran artista, ciertamente fue una Leonora espléndida en el Trovador, a pesar de estar fuera de tesitura fue sorprendente su control en esta obra.
Nemorino no es un papel para un tenor de las cualidades vocales e histriónicas del gran José L.Duval, porque él no tiene bis cómica y lo expusieron de manera inadecuada escénicamente.
Dulcamara se escuchó forzado todo el tiempo, el cantante debe sostener la tesitura aguda del papel, porque este bajo pierde la linea de canto, se nota que no puede sostener las notas agudas y recurre a gritos de "buffo" que no siempre son de buen gusto.
La producción no tuvo una estética definida, ni una temporalidad clara, hubo errores de trazo importantes y los personajes principales se perdían entre el vulgo, la iluminación y el árbol de musical de secundaria que no ayudaron en nada.
Unas culumnas mal hechas en ruinas que no aportaron nada,escénicamente lo más logrado fue la corretiza en calzones a Nemorino, musicalmente, el aria de belcore. Bravo al barítono!
No se debe exponer así a un elenco de cantantes importantes, en una ciudad que se merece y puede dar mucho más.