"Il maestro di capella" de Cimarosa y "La serva padrona" de Pergolesi con la Orquesta de cámara de la Facultad de Música de la UANL
La Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Nuevo León nos sigue agradando año con año con puestas operísticas deleitables. El trabajo de David Zambrano como director del proyecto no solo ha logrado una identidad sino que ha permitido a los melómanos de nuestra ciudad acercarse a verdaderas joyas en un acto. En esta ocasión pudimos contrastar la genialidad de dos maestros del siglo XVIII; uno revolucionó la ópera bufa del barroco y otro fue uno de los mayores compositores operísticos del clasicismo italiano.
Así escuchamos “Il maestro di capella” con “La serva padrona”. Un contraste de estilos, temperamento e idiosincrasia en el abordaje del arte operístico. Por un lado Cimarosa se nos presentó como un antecesor de Rossini en la vivacidad de su orquestación y el canto florido. Por el otro Pergolesi imprimiendo a las formas rígidas de la ópera barroca un humanismo y economía de recursos que habría de tener un impacto en diversas generaciones de compositores de ópera cómica.
La realización escénica de Rafael Blásquez consistió en una propuesta elegante que ayudó a subrayar la escena sin ahogar músico-sistemas tan delicados como lo son ambas óperas. La casa de Uberto con paisajes barrocos de fondo que engalanaron de reminiscencias dieciochescas y el cuidado de la luz fueron dos de los elementos destacados.
El trazo escénico de Sergio García poseyó la claridad habitual de este maestro incluyendo un sentido elegante de comedia sin excesos. Fue genial (y me atrevo a decir que Cimarosa habría aprobado con una sonrisa) la interrupción hacia el final de la obra con la salida de los músicos, molestos por falta de pago. El vestuario de David Zambrano armonizó con el resto del concepto aunque se habría conseguido la homogeneidad total de haber tenido a los músicos caracterizados con vestuarios de época.
“Il maestro di Capella” (estreno en Monterrey) fue a mi juicio el momento más disfrutable de la noche. Con esto no quiero decir que “La serva padrona” haya fracasado, lejos de eso, sino que la unión de música – canto- dramaturgia alcanzó una igualdad que pocas veces se puede ver en los escenarios. Cierto que el intermezzo de Cimarosa es… pequeño, pero la riqueza clásica de escritura tanto para los instrumentos como para la voz aunado a la vitalidad histriónica que requiere del único personaje hacen de ella un “tour de force”. Rafael Blásquez ahondó su papel de tal forma en lo vocal como en la caracterización que ante nosotros teníamos a un maestro de capilla irascible y apasionado, charlatán y mercurial que incluso parodió en algún gesto al antiguo director de la OSUANL.
Vocalmente hacía un tiempo que no se escuchaba a un Blásquez con todos los escollos resueltos. La voz se escuchó firme, segura con la difícil fioritura, sólida en los cambios de registro, manteniendo la línea vocal a pesar de la vitalidad de su actuación. Logró captar la atención a lo largo de esos 20 minutos de música. Ayudó en gran medida la batuta del joven maestro Iván López que subrayó la algarabía pre-rossiniana de la música. La Orquesta de cámara de la facultad de música de la UANL desplegó sonoridades de gran refinamiento con una destacada participación de las maderas.
En “La serva padrona” intermezzo de Pergolesi (del que este año se celebran 300 años de su natalicio) disfrutamos de una comedia más sobria en donde Guillermo Ruiz mostró una voz de barítono oscura, amplia, flexible en su extensión y homogénea en todos sus registros. Técnicamente irreprochable aunque un poco soso en la caracterización de su personaje.
Contrastó la Serpina mercurial de Ivet Pérez que llenó su personaje con un instrumento amplio, matizado para empastarse con un papel para medios más ligeros y una técnica al servicio de una expresividad musical sólida. En algún momento se pudo escuchar un agudo más voluminoso que delató el tamaño de los medios vocales. Su caracterización fue ingenua y maquinadora dejándonos la impresión que quizá por Uberto no hay sentimientos muy profundos.
El vespone del actor Carlos Nevárez consiguió ganarse el afecto de los oyentes sin cantar una sola nota (¡Pues el papel es mudo!). Delineó un personaje con alguna limitante cognoscitiva pero pleno de humanismo.
La orquesta sufrió alguna falla de coordinación mínima que fue mitigada por el destacado trabajo del conjunto, la batuta fluida de López y un sensible trabajo de Lucía Torres al clavecín (eléctrico).
Lamenté el hecho que el teatro tuvo una asistencia de poco menos del 40% de su capacidad en domingo. Habrá que enfocar esfuerzos a promover con mayor convicción este tipo de manifestaciones.
Si tan sólo este exitoso y buen quehacer operístico de la Facultad de Música de la UANL hiciera eco en otros sectores reticentes de la cultura en Monterrey.
Comentarios
Rolando G.
Roberto J. Gonzalez.
Muchas gracias por sus comentarios y mensajes. La Facultad de Música de la UANL ha demostrado una capacidad organizativa que está acorde con su presupuesto y talento. Contrasta el TEC con propuestas más ambiciosas pero menos conseguidas. Sin embargo hay que aplaudir la vocación promotora de ambas instituciones.
Ricardo Marcos G. (Trofonio)
Como te podrás dar cuenta la actividad operística en Monterrey continúa con vida a pesar de todo. Por aquí y por allá te encontrarás recitales de artistas locales. En cuanto a producciones operísticas hay dos que te puedo compartir aunque ninguna está plenamente confirmada:
- Giuseppe Verdi: "Il Trovatore" en noviembre (Ópera de Nuevo León - CONARTE
- José Pablo Moncayo (Festejos del bicentenario - Dirección de patrimonio cultural - Auditorio San Pedro - Secretaría de Cultura)
En cuanto tenga más información lo comentaré.
Ricardo Marcos G.