Una Nueva Sala de Conciertos para Monterrey
Reconozco que el tema de una sala de conciertos nueva para Monterrey me emociona y sería uno de los proyectos en los que participaría sin pensarlo dos veces. Es una idea que he comentado con diversas personalidades y funcionarios de la ciudad además de comentarla en mi blog.
Sería injusto consignar que esta idea ha sido recibida con entusiasmo o unánimemente. Un grupo de amigos del medio cultural considera que hay suficientes espacios en Monterrey y por lo tanto no se debe de invertir en infraestructura cultural. Su argumento (muy válido) es la cantidad de espacios desaprovechados comenzando por las diversas naves del Parque Fundidora. Otros me argumentan que una sala de conciertos nueva, acústicamente especializada y arquitectónicamente innovadora le queda muy grande a una orquesta de mediana calidad como la OSUANL. Finalmente hay un argumento que en papel podría ser el más contundente; hay que invertir en el desarrollo de nuevos públicos para las artes. Según esta opinión no hay público suficiente para llenar una sala de conciertos nueva o un teatro para ópera y artes escénicas.
Admito que no concuerdo con todas las opiniones anteriores. Yo tengo otra visión. Como lo apuntan algunos estudios recientes se ha comprobado que nuevos desarrollos - espacios culturales modernos y arquitectónicamente vanguardistas crean nueva demanda y no viceversa. Veamos algunos ejemplos locales aunque sean superficiales:
El Teatro Universitario de Mederos, cede de la OSUANL, es un espacio que se concibió para diversos usos pero no con todas las reglas y tecnología destinadas a conciertos sinfónicos. No es de extrañar que un sector de melómanos prefiera en la mayor parte de las ocasiones escuchar un disco que enfrentarse a una acústica tan seca y poco espectacular. La propia estructura del teatro (con sólo cuatro accesos a la sala) es retrograda y para una ciudad como Monterrey insuficiente. Los servicios se limitan a un par de baños, no hay restaurante, cafetería o fuente de sodas. Los asientos son convencionales, el acceso para discapacitados es risible. Y sin embargo tenemos que conformarnos con el espacio si queremos escuchar a la orquesta.
El Auditorio Luis Elizondo del Tecnológico de Monterrey tiene un acceso más cuidado pero luce viejo y deteriorado en sus pasillos y algunos detalles del inmueble. Su acústica tampoco es excepcional aunque es superior al Teatro Universitario. Se trata de un teatro de uso universitario que por la escasez de opciones a albergado diversas presentaciones artísticas de importancia internacional. Pero no es suficiente. El Luis Elizondo no se concibió para escuchar música exclusivamente. Es un espacio de tipo multiusos como cualquier teatro de Monterrey.
El Teatro de la Ciudad es el ejemplo más claro del tipo de teatros que tenemos en la ciudad: Accesos limitados para discapacitados o personas de la tercera edad, carencia de elevadores(1 solo elevador), carencia de espacio de estacionamiento suficiente, carencia de una acústica óptima para escuchar música, carencia de servicios de cafetería o fuente de sodas, carencia de asientos cómodos y nuevos, Únicamente dos accesos por fila de asientos y demás etcéteras.
Creo que hay espacios en Monterrey. El problema es que son espacios para otros usos que la música. Si hubiera algún proyecto que transformara alguna de las naves del Parque Fundidora en una sala de conciertos de acuerdo sería interesante pero no es así. Al presentarnos conservadores ante esta carencia inaceptable estamos forzando a que la población se adapte a espacios que no están concebidos para los usos que queremos imponer en ellos tan sólo por la excusa de que "ya hay suficientes".
Francamente en términos de estructura y servicios no es muy inspirador ir a un Teatro de la Ciudad o al Teatro Universitario, menos aún a escuchar música. Muchos de esos inmuebles han sido sobrepasados tecnológica y modernísticamente, son anacrónicos en una ciudad que poco a poco ha ido modernizandose. Una ciudad que se asume tecnológica y culturalmente competente no puede seguir ignorando esta necesidad.
Quiero citar al diseñador italiano Enzo Mari pues en cierta forma da en el clavo de cómo queremos muchos regiomontanos ver a Monterrey:
"Una ciudad real debe incluir una cierta utopía en la visión de su futuro. Esto se manifiesta como una auto-proclamada capital del conocimiento que será representada por un renovado espíritu de innovación de creatividad y donde el compromiso con la cultura inspirará las principales decisiones de las esferas políticas y culturales"
El problema cultural de Monterrey no sólo es la creación de nuevos públicos para las bellas artes o manifestaciones culturales. Ha surgido una proliferación de espacios que han sido concebidos con intenciones relumbrantes pero poco claras. El hecho que existan estos espacios sin proyecto no significa que la necesidad de tener una sala de conciertos para la música haya sido resuelta.
Muchas personas se acercan a la música y al arte si sabemos como arropar el producto. Estoy seguro que no te atreverías a comparar una exposición pictórica en MARCO con una en el Museo Metropolitano en cuanto a espacio. Si el arte plástico en Monterrey ha tenido un desarrollo considerable en los últimos años es porque poseemos un lugar de primer nivel para presentarlo. No así con la música.
La OSUANL no llena sus conciertos no sólo por la calidad mediana de la orquesta o su ubicación en el sur de la ciudad sino por poseer un espacio menos que inspirador como casa de conciertos. Es hora de romper el paradigma de desarrollo de nuevos públicos sin la importancia de tener un entorno que favorezca esa aproximación.
Sería injusto consignar que esta idea ha sido recibida con entusiasmo o unánimemente. Un grupo de amigos del medio cultural considera que hay suficientes espacios en Monterrey y por lo tanto no se debe de invertir en infraestructura cultural. Su argumento (muy válido) es la cantidad de espacios desaprovechados comenzando por las diversas naves del Parque Fundidora. Otros me argumentan que una sala de conciertos nueva, acústicamente especializada y arquitectónicamente innovadora le queda muy grande a una orquesta de mediana calidad como la OSUANL. Finalmente hay un argumento que en papel podría ser el más contundente; hay que invertir en el desarrollo de nuevos públicos para las artes. Según esta opinión no hay público suficiente para llenar una sala de conciertos nueva o un teatro para ópera y artes escénicas.
Admito que no concuerdo con todas las opiniones anteriores. Yo tengo otra visión. Como lo apuntan algunos estudios recientes se ha comprobado que nuevos desarrollos - espacios culturales modernos y arquitectónicamente vanguardistas crean nueva demanda y no viceversa. Veamos algunos ejemplos locales aunque sean superficiales:
El Teatro Universitario de Mederos, cede de la OSUANL, es un espacio que se concibió para diversos usos pero no con todas las reglas y tecnología destinadas a conciertos sinfónicos. No es de extrañar que un sector de melómanos prefiera en la mayor parte de las ocasiones escuchar un disco que enfrentarse a una acústica tan seca y poco espectacular. La propia estructura del teatro (con sólo cuatro accesos a la sala) es retrograda y para una ciudad como Monterrey insuficiente. Los servicios se limitan a un par de baños, no hay restaurante, cafetería o fuente de sodas. Los asientos son convencionales, el acceso para discapacitados es risible. Y sin embargo tenemos que conformarnos con el espacio si queremos escuchar a la orquesta.
El Auditorio Luis Elizondo del Tecnológico de Monterrey tiene un acceso más cuidado pero luce viejo y deteriorado en sus pasillos y algunos detalles del inmueble. Su acústica tampoco es excepcional aunque es superior al Teatro Universitario. Se trata de un teatro de uso universitario que por la escasez de opciones a albergado diversas presentaciones artísticas de importancia internacional. Pero no es suficiente. El Luis Elizondo no se concibió para escuchar música exclusivamente. Es un espacio de tipo multiusos como cualquier teatro de Monterrey.
El Teatro de la Ciudad es el ejemplo más claro del tipo de teatros que tenemos en la ciudad: Accesos limitados para discapacitados o personas de la tercera edad, carencia de elevadores(1 solo elevador), carencia de espacio de estacionamiento suficiente, carencia de una acústica óptima para escuchar música, carencia de servicios de cafetería o fuente de sodas, carencia de asientos cómodos y nuevos, Únicamente dos accesos por fila de asientos y demás etcéteras.
Creo que hay espacios en Monterrey. El problema es que son espacios para otros usos que la música. Si hubiera algún proyecto que transformara alguna de las naves del Parque Fundidora en una sala de conciertos de acuerdo sería interesante pero no es así. Al presentarnos conservadores ante esta carencia inaceptable estamos forzando a que la población se adapte a espacios que no están concebidos para los usos que queremos imponer en ellos tan sólo por la excusa de que "ya hay suficientes".
Francamente en términos de estructura y servicios no es muy inspirador ir a un Teatro de la Ciudad o al Teatro Universitario, menos aún a escuchar música. Muchos de esos inmuebles han sido sobrepasados tecnológica y modernísticamente, son anacrónicos en una ciudad que poco a poco ha ido modernizandose. Una ciudad que se asume tecnológica y culturalmente competente no puede seguir ignorando esta necesidad.
Quiero citar al diseñador italiano Enzo Mari pues en cierta forma da en el clavo de cómo queremos muchos regiomontanos ver a Monterrey:
"Una ciudad real debe incluir una cierta utopía en la visión de su futuro. Esto se manifiesta como una auto-proclamada capital del conocimiento que será representada por un renovado espíritu de innovación de creatividad y donde el compromiso con la cultura inspirará las principales decisiones de las esferas políticas y culturales"
El problema cultural de Monterrey no sólo es la creación de nuevos públicos para las bellas artes o manifestaciones culturales. Ha surgido una proliferación de espacios que han sido concebidos con intenciones relumbrantes pero poco claras. El hecho que existan estos espacios sin proyecto no significa que la necesidad de tener una sala de conciertos para la música haya sido resuelta.
Muchas personas se acercan a la música y al arte si sabemos como arropar el producto. Estoy seguro que no te atreverías a comparar una exposición pictórica en MARCO con una en el Museo Metropolitano en cuanto a espacio. Si el arte plástico en Monterrey ha tenido un desarrollo considerable en los últimos años es porque poseemos un lugar de primer nivel para presentarlo. No así con la música.
La OSUANL no llena sus conciertos no sólo por la calidad mediana de la orquesta o su ubicación en el sur de la ciudad sino por poseer un espacio menos que inspirador como casa de conciertos. Es hora de romper el paradigma de desarrollo de nuevos públicos sin la importancia de tener un entorno que favorezca esa aproximación.
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