Año Mendelssohn: Descubriendo la Sinfonía Escocesa
PREAMBULO; EL ESTILO DE MENDELSSOHN
El 3 de febrero se cumplen 200 años del nacimiento de Felix Mendelssohn Bartholdy. A lo largo de este año, al igual que con otros importantes compositores homenajeados como George Frideric Handel y Joseph Haydn, estaré recordándolo en este blog. Escribiré sobre algunas de sus obras y recomendaré algunas grabaciones en cuestión.
Hablar sobre Mendelssohn siempre es gratificante. Había pensado en escribir algo para el periódico de Monterrey que con mayor o menor grado recibe mis colaboraciones pero sin éxito en esta ocasión (A veces parece como si tuviera que seguir probando algo para que mis escritos sean publicados). Aprovecharé ese material y reflexiones para celebrar a Mendelssohn en este blog a lo largo del 2009.
Mendelssohn es uno de esos compositores bañados de sol, clásicos en espíritu, superficialmente románticos. Debo de confesar que durante el poco tiempo que ejercí como psicólogo clínico, Mendelssohn era uno de los compositores que recomendaba a pacientes con algún tipo de depresión leve (y con sensibilidad hacia la música de arte). Los resultados siempre eran alentadores. Creo yo que únicamente en Haydn, Mozart, Rossini, Auber y Mendelssohn se puede encontrar una inexhaustible fuente de la juventud, personalidades mercuriales, siempre frescas casi infantiles.
Mendelssohn siempre fue considerado uno de los grandes compositores del romanticismo temprano hasta que en 1850 Wagner lo criticó en su ensayo “El judaísmo en la música” calificando su música como encantadora pero sin profundidad. Su popularidad en la Inglaterra Victoriana fue vista con recelo por escritores como Bernard Shaw. A pesar de ello la música de Mendelssohn sobrevivió hasta que Hitler y el Tercer Reich se encargaron de boicotearla y prohibirla. Es interesante recordar que Mendelssohn fue bautizado como cristiano a la edad de seis años, pero para el Nazismo, Wagner y otros lo que importaba era el origen. No es irracional detectar un alto grado de envidia de parte de Wagner, después de todo Mendelssohn provenía de una familia de intelectuales y banqueros, de ningún modo tuvo problemas económicos y además su educación esmerada y talento lo convirtieron en uno de los líderes del romanticismo temprano en Alemania. Prácticamente dirigió la vida musical de Leipzig desde 1835 hasta su muerte prematura; Mendelssohn decidió promover la música de compositores como Schubert, Bach y Handel sobre la de algunos de sus contemporáneos como el propio Wagner.
El equilibrio, la forma y el poder de la melodía fueron elementos indiscutibles del genio Mendelssohniano. De ahí su afinidad por los clásicos y románticos tempranos que por vanguardistas como Wagner y Liszt. Su influencia se puede trazar hacia compositores de cepa romántico-clasicista como Gounod y Saint-Saens en Francia, Gade en Dinamarca y algunas figuras menores en Alemania e Inglaterra como Sullivan, Reinecke y MacKenzie.
Desde entonces su reputación se ha recuperado (hay demasiados argumentos musicales a su favor) pero todavía algunos críticos prejuiciados como Charles Rosen no han podido apreciar la música de Mendelssohn en su justa dimensión.
SINFONÍA ESCOCESA
En esta ocasión me gustaría hablar sobre una de mis obras predilectas; la Sinfonía #3 en la menor Op. 56 llamada la “Escocesa”. Fue la última sinfonía para gran orquesta completada por Mendelssohn. En este sentido debió ser designada como la 5ª pero su publicación se dio antes que la “Italiana” y la “Reforma”. Se trata de una de las obras más románticas de Mendelssohn, la claridad del clasicismo es turbada por borrascas provenientes de paisajes de las tierras altas y el mar. Aquí el Mendelssohn acuarelista deja paso al maestro del óleo paisajista. La obra fue bosquejada en 1829 durante una visita a Inglaterra, pronto el joven compositor se desinteresó en su trabajo y sólo lo pudo retomar en 1841 cuando algunas decepciones en su vida privada le permitieron volver al clima esencialmente oscuro de la obra. Uno de los rasgos más interesantes y vanguardistas de esta es que los cuatro movimientos están encadenados, con excepción del último los tres primeros no tienen un final usual.
La orquestación es una de las más densas trabajadas por Mendelssohn. La introducción Andante con moto podrá recordarles a Haydn a algunos comentaristas pero es un tema netamente Mendelssohniano impregnado de un cierto sabor escocés. A lo largo de la obra se pueden escuchar algunas combinaciones tímbricas que evocan a las gaitas escocesas y este lamento inicial pareciera proveniente de una melodía triste y nostálgica de un gaitero.
Tras la introducción, el Allegro molto agitato se desarrolla en forma de variaciones hacia episodios de claroscuro y tormenta hasta que en la Coda regresa el tema de la introducción para terminar atmosféricamente este primer movimiento.
El scherzo Vivace non troppo apunta la obra definitivamente a escocia, se trata de una especie de danza de las tierras altas o jig.
El tercer movimiento posee una melancolía conmovedora con algunas citas Beethovenianas. El punteo de las cuerdas le da un toque de leyenda a este paisaje de lago al atardecer. Unas llamadas de los metales nos recuerdan los tiempos medievales truculentos de Esocia. Este Adagio está estructurado en dos grandes bloques. Es uno de los movimientos más bellos de Mendelssohn.
El final, Allegro vivacissimo, comienza de nueva cuenta con un tema vigoroso de corte folklórico marcado como Allegro guerriero, ciertamente este movimiento evoca a los batallones escoceses. Los temas son tratados con una técnica fragmentaria en donde la parte del desarrollo es tratada de forma contrapuntística. Al llegar a la coda Mendelssohn nos sorprende una vez más; en lugar de escuchar temas de la exposición tenemos un Allegro maestoso assai con algunos temas nuevos y el retorno del tema de la introducción en una transformación triunfal y optimista que concluye esta sinfonía a la vez poética y majestuosa.
DISCOGRAFÍA
Existen diversas grabaciones de la obra. Es difícil que sean malas pero las sobresalientes tampoco son muchas. Habrá quienes citen a Karajan pero su ciclo de los 70’s me parece sobrevaluado, su temperamento era ya menos apto a la música de tendencias clásicas y equilibradas. Directores como Claudio Abbado (Sinfónica de Londres), Peter Maag (Sinfónica de Londres) , Wolfgang Sawallisch (Nueva Philarmonia) y Herbert Blomstedt (Sinfónica de San Francisco) han firmado las mejores versiones de esta obra; el temperamento equilibrado, delicado, poético de estos directores se ha traducido en grandes grabaciones. Maag es legendario por la calidez, color y humanismo de su lectura, Abbado por el equilibrio y pulso firme, Blomstedt por la energía y equilibrio de su quehacer musical y la belleza del fraseo de su orquesta y Sawallisch por darnos una versión esencialmente alemana pero cuidadosa en los planos sonoros y con una lógica estructural excepcional que no carece de ductilidad. Para versiones a un punto entre la pesadez de un Karajan y un Klemperer (equivocados para este repertorio) tenemos a maestros como Kurt Masur y Bernard Haitink que logran lecturas temperamentales, explorando la faceta romántica de Mendelssohn, pero manteniendo una claridad en los planos sonoros y estructura. Por último, una versión fiera y emocionante, menos sobria que las dos anteriores es con Bernstein y la Filarmónica de Israel, difícil de obtener en Deutsche Grammophon.
Mendelssohn: Sinfonía #3, Op.56 “Escocesa”
Grabaciones de referencia
- Herbert Blomstedt, Sinfónica de San Francisco, DECCA 1993
- Peter Maag, Sinfónica de Londres, DECCA 1960
- Claudio Abbado, Sinfónica de Londres, DEUTSCHE GRAMMOPHON
- Wolfgang Sawallisch, Nueva Philarmonia, PHILLIPS 1967
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